sábado, 26 de septiembre de 2015

Conciencia de clase... el inicio de la mía...

Leo "¿Cómo se forma la conciencia de clase?" 

Me quedo pensando cómo se formó la mía, o mejor dicho, cómo comenzó a forjarse...

Y aparecen recuerdos, unos de esos primeros recuerdos de infancia, que marcan, que no se olvidan. Aunque sus imágenes estén difusas en la memoria, aunque no sean del todo nítidas. 

Mediados de los 70 en un barrio obrero de Getafe. Barrio de emigrantes de todos los puntos de España que nunca tuvo la mejor fama, dónde en los 80 la droga se instaló y destrozó vidas, demasiadas vidas, pero del que yo tengo recuerdos felices, muy felices. 

En aquel barrio, la Alhóndiga, con un cura rojo, ese que permitía encierros en la parroquia y ayudaba a los vecinos y otro no tanto, ese que se hizo abogado. 

Guardo en la retina las carreras de los trabajadores de Kelvinator, vecinos del barrio, padres de mis amigos, delante de la policía. Esa policía que lanzaba pelotas y gases y que daba porrazos sin mirar a quien. Que les importaba poco que cayeran en la piscina del colegio dónde los niños aprendían a nadar. 

Y recuerdo como mi padre, abría las puertas de su trastienda para que se refugiaran los trabajadores y cerraba con llave la tienda para que pasase de largo la policía. 

Y sí, con 5 o 6 años le miraba con orgullo, pensando que era un héroe que ayudaba a sus vecinos, amigos, y porque ese es mi primer recuerdo de lo que es conciencia de clase... 

viernes, 24 de julio de 2015

Hoy no me he quitado la ropa al llegar a casa...




A veces es una fotografía, unas palabras leídas en cualquier lugar, un mensaje inesperado, una frase susurrada, hoy es una pintura de Fabio Hurtado la que ha despertado mi imaginación…




Hoy no me he quitado la ropa al llegar a casa queriendo que fueras tú quien lo hiciera…

Te he esperado tumbada en el sillón, escuchando música con los ojos cerrados, pensando en tu manera de quitarme la ropa, despacio, disfrutando el momento en el que al hacerlo tus manos acarician mi piel.
Cómo un pequeño roce de tus labios en mi cuello eriza mis sentidos y en tu sonrisa maliciosa al notarlo.
Cómo juegan tu lengua y la mía, en un beso cálido, largo.
Soñando como se desliza tu mano por debajo de mi falda y tu boca recorre mi cuerpo imperfecto, ese que ahora bajo tu mirada es perfecto.
Cómo la ropa va cayendo, desapareciendo, al desabrochar tu camisa, un botón tras otro, tú pantalón.
Cómo mi camiseta es un estorbo para tu boca, tus manos, cómo tus dedos trazan cada curva de mis pechos.
Imaginando como es ese instante en el que me miras y leo el deseo en tus ojos y despiertas mi primer gemido.
Cómo mis piernas se abren a tus deseos, en como mis manos buscan tu cuerpo, acariciando cada poro, besando tus lunares, deteniéndome en tu cuello, bajando por tu pecho hasta llegar a tus caderas.
Recordando cómo mi espalda se arquea, agarrando tu pelo y me dejo arrastrar por el deseo.
Cómo nuestros cuerpos se sincronizan en cada movimiento, en cada gesto mientras nos dejamos llevar en palabras susurradas que sólo tú y yo conocemos, siempre buscando nuestras miradas.
Cómo después un abrazo nos devuelve el ritmo de la respiración.
Sonriendo al pensar cómo más tarde en la cama, con una cerveza, nos besamos mientras hablamos, reímos, jugamos...

Y al abrir los ojos estás de pie, mirándome y tus ojos reflejan que tenía razón... Hoy no me he quitado la ropa al llegar a casa porque lo vas a hacer tú...